jueves, 29 de noviembre de 2012

Obras Criminológicas II "Carrie"



Carrie nos muestra la historia de una chica de 17 años que vive con su madre, una católica radical que la maltrata desde hace años. El ambiente en su casa está regido por las amenazas y la negación propio del catolicismo mas extremo. Carrie crece como una persona insegura, con fuertes creencias religiosas injustificadas y además viste de forma anticuada cosa que provoca que en el colegio sea rechazada desde el primer día. Después de una serie de acontecimientos traumáticos la historia acaba en una inesperada catarsis: La aniquilación de centenares de personas y un pueblo reducido a cenizas. 


Carrie es un libro, que pese a pertenecer al género del suspense y del terror, cuenta una historia dramática que podría ser totalmente verídica. Aunque se escribió en 1974 nos cuenta un problema que a día de hoy, y por desgracia, permanece y es objeto de noticia en periódicos y telediarios. La novela está acorde con los estudios y conclusiones realizadas en la materia. Todo ello hace de este libro, no solo una obra maestra en su género, sino una buena explicación criminológica sobre el sentimiento de anomia, y una de las consecuencias más destructivas en las que puede desembocar. Si eres de las personas a las que les gusta adentrarse en cualquier narración sin conocer datos que puedan influir en su valoración y disfrute, no sigas leyendo. Pero es digno de recalcar, los posibles factores violentos que pueden darse en casos protagonizados por los llamados "School Shooters", y que esta novela nos muestra. 

Violencia Intrafamiliar 

La agresora en éste caso es la madre, que ejerce una violencia sobretodo psicológica. El libro la describe como una persona desquiciada que vive por y para la religión, siendo las normas católicas más extremas, las que la llevan a ejercer un maltrato constante y destructivo. Según los estudios sobre madres maltratadoras, sólo se atribuyen como causa a alteraciones psicológicas, un bajo porcentaje del total de ellas; la mayoría no tienen trastorno mental, pero si presentan factores de riesgo que las llevan a situaciones emocionales inestables. En el caso de la Sra. White (madre de Carrie) encontramos presentes algunos de esos factores: El desempleo ya que se dedica plenamente a la iglesia, el aislamiento social o la falta de redes o apoyo, ya que todo el vecindario la evita y no cuenta con ninguna amiga. El hecho de que la mujer no desarrolle una autorrealización plena puede incrementar la obcecación hacía sus hijos, ya que la crianza de los mismos es la única tarea que puede darle una satisfacción futura de trabajo bien hecho, por ello, muchas de las maltratadoras se acaban convenciendo de que los hijos les pertenecen y tienen derecho sobre ellos. Dicha obsesión provoca además que cualquier acto que moleste o no sea acorde a los principios de la madre, sea visto por ésta como un ataque personal. Acaban viendo a sus hijos como enemigos. En este caso, vemos claramente que el perfil de la madre es de una mujer con baja tolerancia a la frustración, ya que el maltrato se incrementa y se vuelve crónico desde que el marido la abandona por otra mujer. Tiene expresiones inadecuadas de ira como refleja el episodio en el que Carrie es encerrada y castigada por haber tenido la menstruación [la madre lee un trozo de la Biblia en el que se explica que la regla es una expresión del castigo que dios impuso a la mujer por el pecado de Eva] Todo ello son caracteres tipicos de la persona que ejerce violencia en el seno familiar. De igual manera, esa pasión ultracatólica nos hace evidenciar que se da un factor más de riesgo, propio de la mujer maltratadora: La gran parte de ellas aprendieron y creen que el castigo y la violencia son formas adecuadas y a veces las únicas para enseñar a sus hijos. Además, existe una notable correlación entre la infelicidad y la baja autoestima, con el maltrato de los hijos. Esto es claramente evidente en el libro, cuando la madre relata la experiencia con su marido el cual la dejó embarazada y la abandonó.

Violencia entre iguales

El bullying es el eje principal de la novela y es el tipo de violencia en la que más se profundiza. Este tipo de violencia se caracteriza y diferencia del resto, por ser una violencia ejercida entre iguales. Para entender la causa de esta tipología, deberemos centrarnos en los agresores y sus características. Son personas impulsivas, con escasas habilidades sociales, con baja tolerancia a la frustración, con dificultad para cumplir normas, les cuesta hacer autocrítica y tienen relaciones negativas con los adultos, así como un bajo rendimiento. Además, en cuanto a sus relaciones familiares, suele destacar la ausencia de relación afectiva cálida y segura por parte de los padres, una desatención generalizada para enseñar a respetar los límites así como una permisividad ante conductas antisociales, explicación acorde con la teoría de los vínculos sociales de Hirschi. Si nos fijamos en Chris, la agresora principal de la novela, podemos observar fácilmente la mayoría de esas características. A modo de ejemplo, vemos como Chris, siempre está en constante rebeldía (dificultad para cumplir normlas, bajo rendimiento…) Al ser expulsada del baile es cuando perfecciona el plan letal (baja tolerancia a la frustración) y también se nos hacen referencias a la poca atención recibida por sus adinerados padres que le consienten todo lo que quiere y ejercen un nulo control de su conducta.
Además, se hace constante referencia durante todo el libro a la complicidad del resto de alumnos y al efecto sinérgico que provoca la humillación ante el resto de espectadores que restan impasibles.  Este es un elemento característico de este tipo de violencia. Tanto los meros espectadores, como el grupo que incentiva los actos del acosador y los valida, conforman junto al agresor y al agredido el denominado “triángulo del bullying”. Esto incrementa el daño psicológico en la víctima a la vez que refuerza la actuación del abusador ocultando su sentimiento de inferioridad interno.
Por otra parte, este tipo de violencia instrumental ejercida por el acosador, tiene un especial efecto perjudicial en la víctima. Fundamentalmente se debe a la edad en la que se produce, y por quienes son los agresores. En la adolescencia, el sistema cognitivo y emocional todavía está formándose; ello comporta que la mayoría de jóvenes no tenga aún unos buenos mecanismos de control emocional que les permitan canalizar el acoso y reponerse del mismo. Ese daño y encierro psicológico es acentuado cuando los autores son tus iguales, es decir, las personas con las que compartes el mismo momento vital como es la adolescencia y con los que te relacionas. Además, en el caso de Carrie se le suma su pésima situación familiar y pese a que podemos observar en ella cierta resilencia durante toda la historia, el duro acontecimiento que ocurre en el baile lleva a que se produzca una de las consecuencias que el bullying puede desencadenar y que se explica a continuación, que el acosado se convierta en acosador.

Asesinato en masa

El final de la novela se centra en la masacre que Carrie, gracias a sus poderes, efectúa en todo el colegio y posteriormente en el pueblo. Se trata de una violencia reactiva en contraposición a la instrumental, como lo es la ejercida por la madre y los alumnos. Como perfil básico, los asesinos en masa suelen ser personas solitarias, que se sienten aislados y tienen fuertes sentimientos de negatividad y resentimiento. Este encierro psicológico los hace vulnerables a que una situación aguda de estrés actúe como detonante. Si a la vez se dispone de la oportunidad, como por ejemplo tener acceso a armas, acabarán desatando su ira sobre los que considere enemigos o causantes de su mal estado anímico. Parece bastante aproximado a lo que ocurre con Carrie. El vivir una situación de aislamiento y maltrato, tanto de su madre como de sus compañeros, ya la coloca en esa situación anómica propio de este tipo de violencia. El detonante es en este caso, lo acontecido en el baile del instituto: Se siente acorralada, humillada en el momento menos esperado y además ve como muere el chico del que se está enamorando. La oportunidad la tiene en cuanto a que posee telequinesia; este hecho no es más que una metáfora que Stephen King, como autor de terror i ficción, utiliza; pero se podía haber narrado una historia similar con cualquier tipo de arma u oportunidad para masacrar al pueblo. Esta explosión de ira, que provoca la tensión acumulada y la situación anómica del asesino, es claro por cuanto a que muchas veces los autores acaban suicidándose. Además los pocos asesinos que han podido ser atrapados, parecen no recordar claramente el evento, elemento característico de la enajenación. 
Por otro lado, aunque el principal problema para el análisis de este tipo de violencia está en la multiplicidad de motivos por los que se efectúa, podemos ver, en base a la cantidad de casos que han habido, que en situaciones de bullying, una respuesta como la de Carrie no es inhabitual. En la mayoría de asesinatos en institutos, vemos que detrás existía una situación de acoso físico y/o psicológico del autor de la matanza por parte del resto de alumnos. La masacre de Columbine, el asesinato en masa de la escuela de secundaria de Jefferson County o el caso de Rafael Solich de tan solo 15 años en 2004 en un Instituto de Argentina, son ejemplos análogos a lo que King cuenta en su novela.

En definitiva, Carrie es un libro digno de ser leído ya que cuenta una historia de ficción que en ocasiones hemos  visto en la vida real. Entenderlos no los justifica, pero nos da una visión desde la que podemos empezar a buscar verdaderas y efectivas soluciones. 

lunes, 12 de noviembre de 2012

El impacto criminal de la crisis financiera


Estamos viviendo días de recesión económica, la más profunda desde la Segunda Guerra Mundial y, aunque muchos ya lo puedan adivinar, esto está provocando un empobrecimiento paulatino de todos los estratos sociales y en consecuencia causando un impacto en la criminalidad. Veamos que tiene que decir la ciencia criminológica al respecto.




En primer lugar se ha de tener en cuenta que los niveles de desigualdad representan uno de los factores más importantes asociados a las tasas de criminalidad en las ciudades. En su mayoría, los estudios que encontramos al respecto han puesto en relieve la gran relación de causa-efecto que hay entre los niveles de desigualdad económica y los delitos contra la propiedad. Éstos determinan que los delitos contra la propiedad aumentan durante las recesiones económicas y disminuyen a la par que la economía mejora. Hasta aquí todo correcto. Los datos solo nos muestran lo que el mundo, sin ser docto en nada, puede llegar a intuir.  Pero hay una serie de matizaciones y otro tipo de efectos que deben explicarse.


Existe una serie de grupos vulnerables a los que el mercado laboral trata con más virulencia, hablamos de las mujeres, los inmigrantes y los jóvenes, en base a diferentes análisis se cree que si la recesión continúa se producirá un aumento de la victimización. Ya a día de hoy podríamos casi adivinar una victimización generalizada de casi todas las categorías sociales.  

Analizando el factor femenino se observa la posibilidad que las tasas de homicidios de mujeres pueden aumentar con el desempleo. Hay algunas pruebas que lo evidencian de la forma siguiente. El desempleo es motivo de ansiedad y crispación motivo por el cual se puede incrementar la facilidad de que surja mas violencia doméstica a la que ya existe, pero además que las mujeres se vuelvan económicamente dependientes del marido puede hacer aumentar su exposición a dicha violencia. Ejemplo de esta posible tendencia lo da el informe elaborado por Reino Unido en el 2009 donde se observa un ligero aumento de la violencia doméstica en el último año.

Del mismo modo se prevé que la crisis económica también habilite más oportunidades para la delincuencia organizada. Los inmigrantes, sobretodo los indocumentados, al estar en mayores situaciones de precariedad, se convierten potencialmente en carne de cañón para su explotación tanto laboral como sexual, siendo a su vez mujeres y niños, los más vulnerables a ser víctimas de tráfico humano. De igual manera las organizaciones criminales pueden encontrar con mas facilidad peones en todo el perímetro nacional de entre los jóvenes en riesgo de exclusión, que no tienen más futuro que el ofrecido desde cualquier mafia sin escrúpulos que usa la miseria como una fuente de enriquecimiento más.  

                                      Gomorra de Mateo Garrone
Los últimos datos oficiales (Noviembre del 2012) por parte del Ministerio del Interior reflejan un descenso de los delitos y faltas del 1,6%, dato que no nos ha de extrañar ya que la delincuencia en nuestro país tiende a mantenerse/disminuir cada año, pese a que la información basura de los medios de comunicación haga percibir lo contrario. Pero corroborando lo expuesto aquí, los datos también reflejan que, pese a existir menos delitos, se ha producido un aumento considerable (24,5%) de los robos con fuerza en el domicilio.

La solución a este problema la vienen exponiendo múltiples organismos internacionales al demandar que se aumenten los mecanismos de protección social, de creación de empleo y de adquisición de habilidades y formación. Ya en 2010 se decía desde el Informe Internacional de la Prevención haciendo un llamamiento a los países para que llevasen a cabo estrategias de prevención del delito que permitieran evitar la necesidad de llevar a cabo las costosas intervenciones de justicia penal. Es fundamental centrarse en fortalecer la prevención del delito y la protección social, así como el apoyo específico a los grupos vulnerables. Medidas para ayudar económicamente,  planes para obtener un empleo seguro y medidas preventivas en las zonas de la ciudad con alta criminalidad son las únicas que pueden aumentar la capacidad de recuperación de las comunidades e individuos. Propuestas y medidas criminológicas que son abatidas con la letal indiferencia de los poderes públicos, de éste y resto de países; provocando el mantenimiento de una constante y prologada decadencia de la que no será fácil salir. 

lunes, 5 de noviembre de 2012

El factor de la invulnerabilidad


¿Por qué fumamos cuando sabemos que es una de las principales causa de cáncer? ¿Qué lleva a la gente a practicar relaciones sexuales sin protección aún sabiendo la posibilidad de embarazo o ETS? ¿Cómo se explica que a día de hoy se sigan produciendo tantos accidentes de tráfico pese a que existan medidas preventivas de información y control?  La correcta respuesta comportaría una explicación extensa en la que se desgranasen los múltiples  factores que intervienen en la psicología humana, y que llevan a las personas a asumir todo tipo de riesgos. Sin embargo, existe un mínimo común denominador aplicable a éstas y otras cuestiones con idéntica raíz, es la llamada Invulnerabilidad Cognitiva.


En psicología se conoce así a una de las distorsiones cognitivas que se dan a la hora de procesar la información que nos rodea. Ésta no es otra cosa que lo que conocemos coloquialmente como el “a mi eso no me pasa”, es decir, la falsa creencia de que somos invulnerables a los riesgos del mundo, la tendencia a percibir que se tienen menos probabilidades, que el resto, a que ocurran acontecimientos negativos. El efecto de este sesgo puede ser potenciado o disminuido según la personalidad, experiencia o circunstancias concretas de la persona. Tanto el estado de consciencia como la capacidad de autoestima son fundamentales a la hora de alimentar o retraer la distorsión. Cuanto más consciente se es de la realidad y de los riesgos que se asumen con cada acto, menor es el sentimiento de invulnerabilidad. Igualmente la visión que tengamos de nosotros mismos, y como nos valoremos, hará que seamos más propensos a incurrir en riesgos, o por el contrario, que tendamos a evitarlos. Además es básico analizar el tipo de beneficio que se obtiene como contraprestación del riesgo. Por ejemplo, el intento de concienciar mediante advertencias en las cajetillas sobre el peligro de cáncer, que el tabaco provoca a largo plazo, nada tiene que hacer con la satisfacción instantánea, adictiva y placentera que da fumar un cigarrillo después de las comidas. La misma ineficacia que tienen las advertencias medioambientales para las grandes empresas que, con tal de hacer dinero, poco les importa la contaminación que emitan. Aunque en éste último ejemplo el problema de base es que sale más barato pagar la multa, si un día se lía parda, que producir sin contaminar.


Este sesgo optimista de las personas a la hora de valorar si exponerse a un riesgo nos interesa como criminólogos. Principalmente porque explica una pequeña parte de la conducta humana y nos da claves en nuestro terreno de estudio y análisis. Encontramos esta distorsión en los llamados delitos de riesgo y es un factor que forma parte de la explicación del delito, pero también interesa desde el análisis de las medidas preventivas que se tomen. Un ejemplo claro sobre esto último es la evolución que han sufrido las explícitas y agresivas advertencias por parte de la DGT. A fin de intentar poner en consciencia al conductor no se limita a emitir anuncios en televisión. Éstos simplemente conciencian en el sofá pero, una vez se está al volante, la distorsión hace apretar el acelerador, no parar a descansar, o no privarse de la cerveza en el área de servicio. Por ello se optó por advertir mediante anuncios en plena carretera o directamente vetar la compra de alcohol o el límite de velocidad. Además, sabiendo que este tipo de distorsiones son difíciles de tratar de un modo general, no es extraño que las campañas vayan dirigidas a personas cercanas al conductor para que sean ellos los que actúen como control informal.  Sin embargo parece que la eficacia solo será posible cuando los automóviles se vuelvan tan tecnológicamente inteligentes que sean capaces de controlar los errores humanos: Coches que no dejen conducirlos si no se supera un test de alcoholemia, o que frenen al detectar otro coche a poca distancia. 




La seguridad vial y el resto de referencias casuísticas tan solo son unos pocos ejemplos entre los muchos que interviene esta distorsión y de la que nadie se libra. Así que reto al lector a detectar en su día a día ejemplos tales como cuando no se apaga el móvil en el avión por pereza, cuando decidimos prescindir del cinturón o casco por comodidad o cuando vemos que el director de una discoteca no toma las medidas de seguridad apropiadas para ahorrarse los miles de euros que valen. En cada caso el razonamiento del infractor acaba conteniendo ese factor de invulnerabilidad. Y ahora, que conoces  de que se trata, ¿cuántos eres capaz de ver?